jueves, 4 de octubre de 2012

Capítulo 12.


La rabia. Te arden los sesos intentando buscar una explicación a lo ocurrido, te alteras sin motivo y el pulso se te acelera. La sangre corre por tus venas a toda velocidad, tus puños se aprietan, tu corazón se agrieta.

Nicolás no podía estar en su cuerpo, su espíritu, una fiera. Quería gritar, quería saltar, quería romper en pedazos la cara de aquella figura que besaba a la chica, su chica.

Julieta luchaba por separar sus labios. Cogió con ambas manos las cara de Arturo y la empujó con fuerza, dando un paso hacia atrás. La chica dejó escapar una lágrima de recuerdos rotos. Y a lo lejos lo vió, Nicolás, con los puños cerrados, con la mirada clavada en el suelo, una mirada llena de odio que se iba levantando poco a poco y que se fijaba en Arturo.

La boca de la chica se abrió y lanzó un grito amargo, capaz de parar el tiempo. Un gritó que era inmune a la fuerza de Nicolás, el cuál corrió hasta llegar a Arturo.

Nicolás lanzó a Arturo al suelo. El chico comenzó a atizarle una continua serie de puñetazos que daban fuertemente contra la cara y el pecho del muchacho, indefenso.
Julieta tiró del brazo de Nicolás, y este, de un manotazo, la lanzó contra el suelo.

El chico se paralizó, se levantó y miró con cara desencajada a Julieta. No podía creerse como la había tratado, la había tirado al suelo sin razón, como si de un juguete roto se tratase. Gritos mudos sonaban en su interior, abrió la boca, pero solo consiguió emitir sonidos sin ningún sentido.

- Ju…Julieta - Dijo con voz temblorosa, solo podía pronunciar su nombre, el nombre de lo que más amaba.

- Aléjate de mi - Dijo la chica huyendo de él, mientras se ponía en pie.

La mirada de Julieta hirió al chico en lo más profundo. Lo miraba como un monstruo miserable, un chico sin amor, un chico sin corazón, sin razón de vivir.

Quizás a partir de ese momento, fuera cierto, ya que creía que Julieta había salido de su vida para siempre.

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