domingo, 23 de septiembre de 2012
Capítulo 9.
La risa de Carla fue disminuyendo mientras que Arturo fue avanzando por el pasillo. Ella lo miró con cara de víctima, cara de falsa. Suplicándole palabras mudas a través de la mirada, sintiendose culpable por una vez en la vida.
- ¿Se puede saber qué está pasando aquí? - preguntó enfadado, todos imaginaron que ese estado de ánimo venía por la reacción de Carla, su novia, pero nadie sabía que venía por la humillación de Julieta.
- Nada, yo solo… verás, ella… yo no… - tartamudeaba nerviosa y sin coherencia en la voz, Carla, mientas miraba a su efímero amor de instituto y a su víctima llorando de corazón.
- ¡Eh! ¿Se puede saber que estais mirando? Salid por la puerta, a empujones o a rastras, pero salid ya - gritó enfurecido el chico, desaciendose en mil pedazos cuando miraba a Julieta y Nicolás fundiendose en un abrazo.- Y en cuanto a ti - dijo mirando a Carla - no quiero verte en la vida ¿me oyes? piérdete.
Carla miró con ojos llorosos a Arturo, aquel con el que había compartido tantos momentos, una persona que quería de verdad, se desvanecía de su mente. Derramó una suave lágrima que, por primera vez, no eran de cocodrilo. Estaba destrozada, su ataque se había vuelto en su contra. Corrió pasillo abajo y se desvaneció con la multitud de muchachos.
Julieta lloraba en el hombro de Nicolás, mientras este la abrazaba pegandola cada vez más contra su pecho, no quería que se rompiera y tener que recoger sus pedazos por el suelo, quería tenerla con él, por el resto de su vida. Ella manchaba su camisa azul cielo de lágrimas que brotaban de sus ojos como el agua en una cascada, no podía parar. Suaves y saladas lágrimas cargadas de dolor y recuerdos que la hacían lanzar gritos ahogados contra estos. Agarraba con fuerza su camisa, sentía que si soltaba a aquel chico, se desmontaría como un juguete roto y viejo.
Arturo lo observaba todo con unos ojos profundos, proyectaba cada segundo de ese momento en lo más profundo de su corazón. Sentía que se quemaba por dentro, no podía contener la rabia que sentía por aquel chico que acunaba a su amada en brazos seguros. Debería ser él quién la tomara para consolarla cuando llorara, reirle sus carcajadas y reflejarse en sus ojos castaños, esos ojos que lo volvían loco.
Su tez morena fue tornandose cada vez más rosácea, hasta llegar al límite de su furia. Tomó fuerzas de donde no había y consiguió calmarse hasta soltar:
- Ju…Julieta, ¿puedo hablar contigo? - Tragó saliva, los nervios le atormentaban los sesos y su pulso se aceleraba cada vez más y más.
- No creo que sea buena idea… - Dijo Nicolás, pasando su mirada de Julieta a Arturo.
- Creo que no te he preguntado a ti. - Gritó Arturo con ojos desafiantes.
- Dejalo Nicolás, solo será un momento - Contestó la chica, deshaciendose de los brazos cálidos de Nicolás.
Arturo la cogió del brazo y la condujo tres pasillos más allá. Julieta estaba asustada, no sabía qué iba a hacer, estaba rojo de rabia, no se imaginaba que el chico que vagamente ocupaba su mente ahora, la estuviese conduciendo por el instituto como un niño pequeño.
Llegaron a la puerta del material de mantenimiento y la empujó dentro. La chica tenía miedo, y en sus ojos llorosos se reflejaba ese sentimiento.
Arturo se colocó delante de ella, mirando hacía sus zapatos y con una respiración muy acelerada. En ese momento, Julieta recordó al antiguo Arturo, aquel con el que compartía las tardes de la niñez, aquel niño con el que corría por las calles y jugaba a los piratas, ese niño de los ojos marrones que te calaban hasta el alma.
- ¿Te ocurre algo, Arturo? - Dijo Julieta preocupada, con un timbre nervioso en la voz.
- Julieta, quiero que sepas - dijo sin aliento- que nunca te he olvidado, nunca he olvidado esos momentos, y he sido un estúpido cambiando se esta forma. Nunca has salido de mis pensamientos, siempre has estado ahí, nunca has sido invisible para mí.
- No entiendo por que me dices estas cosas ahora, no tienen sentido alguno - Dijo la chica, pensando en aquellos momentos de burlas donde participaba Arturo, cuando regresaba a su casa llorando, cuando se deshacía por dentro.
- Yo sé que me he comportado como un ser despreciable, pero te pido perdón, todas las cosas que te dije hace años, no las pensaba de verdad, solo quería integrarme, y cuando lo pensaba, solo quería irme detrás de tí para decirte que no me tomaras en serio, yo solo quería…
- Cállate, y dejame salir de aquí - Dijo cortante Julieta, dolida por las palabras de Arturo.
- No, no te voy a dejar salir hasta que me digas que me perdonas. - Los ojos de Julieta se reflejaban en los suyos. Arturo se sentía culpable, quería volver atrás, arreglar las cosas, y salir felizmente agarrando la mano de Julieta.
- Te he dicho que me dejes en paz, todo va mejor si no nos prestamos atención, he aprendido a vivir con ello, y no, no te perdono, ¿acaso sabes todo lo que pasé en aquel curso infernal? ¿sabes cuanto me dolió las palabras que salieron de tu boca? ¿sabes cuantas lágrimas derramé? ¿sabes como recordaba esos momentos cuando éramos niños y como me dolia verte convertido en un mounstruo? ¿lo sabes? no, así que un simple perdón no basta.
- Pero… Julieta, yo…yo - Tartamudeó el chico.
- ¿Tú qué? - Julieta estaba asqueada de que personas que la ignoraban, quisieran arreglarlo todo con un simple perdón, algo que con Arturo sería algo diferente.
- Te… echo de menos. - Julieta tenía los ojos como platos, la boca abierta de la sorpresa. No pensaba que su amor secreto, un sentimiento que habíha guardado durante años, sintiera algo por ella, la chica invisible.
- ¿Qué tu… - La chica no pudo terminar, tenía aun los ojos abiertos cuando Arturo puso sus labios contra los de Julieta, sin previo aviso, la chica no se lo esperaba. El la besó con violencia, con rabia e impotencia. Ella se resistía, pero los brazos de Arturo sujetaban los suyos. Estaba atrapada en su propio deseo.
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ResponderEliminarCuando Nicolas se entere...uff...pelea, pelea...