lunes, 24 de septiembre de 2012

Capítulo 10.


Mientras los labios de Julieta y Arturo se hacían uno sin intención, Nicolás esperaba impaciente en el pasillo. Daba vueltas caminando con las manos metidas en los bolsillos. Manos nerviosas que sudaban a mares con tan solo pensar en la chica.
‘’Julieta estaba confusa y con los ojos cubiertos de lágrimas - pensaba el chico - ese tal Arturo podría estar haciendole cualquier cosa’’- conluyó Nicolás, suponiendo lo peor.

Nicolás decidió buscarla, alterado por la situación, no podía más. Recorrió pasillos luminosos y fríos, agudizando el oído, para atisbar el menor ruido.


Julieta intentaba resistirse a su cárcel de recuerdos. Los brazos fuertes y entrenados de Arturo sujetaban los suyos. No podía moverse y quería separar sus labios rápidamente. Consiguió soltar una mano con la que atisbó una fuerte bofetada en el lado derecho de la cara del chico.

- ¡¿Estás loco?!  ¿Me has echo daño, lo sabes? ¡Déjame salir inmediatamente! - dijo Julieta con una fuerza y potencia increíbles.

Arturo no sabía que decir, el momento tan esperado de su existencia acababa de ocurrir, no imaginaba que fuera de esa forma, pero se sentía plenamente feliz de haber rozado, al fin, los labios de Julieta.

De repente se abrió la puerta. Una figura masculina se distinguía gracias a los rayos de luz que abundaban en el exterior del armario de limpieza. Nicolás miraba a la pareja con cara perpleja y desencajada. Su mundo se vino abajo cuando los sorprendió juntos. Una lágrima cayó por su rostro. Y sin decir nada se marchó.

- ¡No! - dijo alzando, todo lo que pudo, la voz. La chica corría detrás del muchacho, hasta que consiguió agarrar la parte trasera de su camisa.

- No es lo que parece, Nicolás, yo… yo no quería, el me cogió por sorpresa.. yo… perdona. - con los ojos aun humedecidos, Julieta comenzó de nuevo con su llanto. La angustia e impotencia de no poder dar una explicación coherente, fluían por su mente, haciendo que no reaccionara.

- No me tienes que explicar nada. He visto como lo mirabas en los pasillos, se te nota en la mirada. Lo siento si he sido una pérdida de tiempo.

- Nicolás, no quiero ni que te ronde ese pensamiento por la cabeza. Yo soy tuya y tu eres mio. Todo el daño que él hizo en un pasado lo has reparado tu. No me importa cuando te haya conocido, ni como has cambiado mi vida en un instante. Solo sé que te quiero, y lo creas o no, lo hago de verdad.

- Te creo. - una tímida sonrisa se asomó bajo sus labios, lo que hizo que Julieta sonriera.

Se fundieron en un abrazo cálido como el sol de primavera. Julieta reía debilmente sobre su hombro, mientras que la mirada de Nicolás atravesaba la figura del joven Arturo.

Se miraban con aire desafiante, confundidos y, sobre todo, enamorados de la misma chica. Julieta.

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