miércoles, 19 de septiembre de 2012
Capítulo 8.
Cómplices de miradas, momentos efímeros en los que sus ojos se cruzaban entre explicación y explicación. Sonrisas a medias, sonrisas que necesitaban leerse entre líneas.
Julieta gastaba las primeras horas de la mañana con Nicolás separados por un estrecho pasillo. Era un amor adolescente, de esos que cambian el rumbo de tu vida y marcan para siempre. El fuego de un amor quinceañero es más fuerte que el mundo. Pero ninguno lo sabía.
Al ser jóvenes, vivían rápido, cabalgaban en aventuras de las cuales no pensaban en las consecuencias, eran libres a su manera. Rebeldes. Indomables.
La primera parte de la jornada terminó, pero a las chicas Carla y Julieta, se les había pasado volando, por motivos totalmente opuestos.
Julieta soñaba mientras el profesor de matemáticas explicaba la lección, en construir una felicidad que durara lo bastante como para no sentirse mal en muchos días. Pensaba en Nicolás, en cómo lo quería y en que quería estar a su lado toda la vida. Para ella, la mínima posibilidad de un final feliz, era un rayo de esperanza en su vida
Carla unia los cabos de su plan sin finalizar. Lo tejía maliciosamente en su mente, como la red de una araña. Pensaba en la reacción tonta que llevaría a cabo Julieta, en como se recordaría todo el curso, en como la iba a hundir, en como la iba a humillar. Quería verla llorar.
Salió del aula y la localizó, con una sonrisa radiante que pronto se haría añicos.
- ¡Julia! ¡Esperad todos! - Dijo dejandose la voz en ello. Pasó por el medio del pasillo, donde todos los estudiantes le hacían sitio, como si fuera una reina. Una sonrisa malvada se formaba en su rostro.
- ¿Q-Quieres algo, Carla? - Dijo temblando de miedo, no quería ser destruida por completo. Todo el instituto estaba en silencio, solo se escuchaba sus voces.
- Claro que quiero algo, Julia. ¿No le vas a presentar al instituto a tu nuevo novio? porque… ¿es tu novio, verdad? - Dijo con una sonrisa en la cara. A Julieta le hubiera gustado borrarsela de un puñetazo, pero no lo hizo.
- Sí, es mi vida, no te interesa. - Dijo firme Julieta, no se lo esperó de si misma - Y mi nombre es Julieta.
- Ah, pues que raro que tengas un novio tan guapo… ¿seguro que no lo has comprado para que haga el papel de un amigo con el que te besuqueas? - Dijo riendose con maldad, una risa que todos siguieron a coro.
Amigos. Julieta no había tenido nunca, se sentía sola. No le bastaba con andar por una calle llena de gente. Por dentro se sentía vacía, hasta que llegó Nicolás.
Una salada lágrima caía por la mejilla de Julieta. Era pequeña y suave, pero llena de dolor. Carla le dio donde más le dolía y le recordó lo sola que estaba.
Mientras todos miraban a Julieta entre risas, apareció él. Detrás de su novia Carla, con sus suaves cabellos rubios y sus ojos del bosque.
Apareció para salvarla de nuevo, para sujetarla, para que no cayera.
Arturo.
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